El hombre genial, no es más que aquel que ha logrado echar las raíces más profundas en dirección hacia su propia esencia y tomando toda la potencia y energía desde este punto, ha hecho crecer vigorosamente sus cumbres hacia los cielos donde brillan las estrellas inmortales. ¡Es allí, iluminados por sus graciosos rayos en donde han de madurar sus dulces frutos! ¡Frutos de la desgracia, el dolor y la alegría! ¡Es allí mortales donde os dirigís cuando quizás, si, un dios os soplo el rostro cuando abristeis los ojos al nacer!
Texto extraído del blog de Carnófago
2008/05/02
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