La primavera otra vez

Ayer empezó ese tiempo tan raro que llamamos la primavera. Perséfone volvió ayer al mundo de los vivos. Y por supuesto que no fué un día ordinario. Es curioso, tengo una senzación rara sobre el tiempo que duró ese día. No me percaté de que era primavera hasta la noche, cuando Colombianito me lo recordó mientras tomábamos el té en plaza Francia.
Que interesante que es mi vida. Se parece a una novela de Sábato.
Conocí a una mujer que me sacó la ficha, algo que jamás me había pasado antes. Que intimidante puede ser una mujer. Me leyó y además, me lo dijo.
Algo bueno de las mujeres: si bien uno puede mas o menos conservar la cordura en su presencia, en cuanto vuelve a estar en su casa consigo mismo, se desata un cataclísmo como de una neurosis desenfrenada y en ese momento el estado desborda como en una ebullición furiosa, la razón se nubla, la locura se afina, y se siente uno capás de escribir cuelgues durante horas.
Si, escribir cuelgues. Eso es algo bueno. Eso es algo que me gusta.
Hablaba con esta chica sobre el conflicto. Me dijo que le gustaba el conflicto.
Se puede estar en paz y en conflicto al mismo tiempo.
Si, exacto. La paz y el conflicto al mismo tiempo. Girando como una rueda.
La primavera se parece en algo al otoño: Es un tiempo misterioso. Uno siempre está preparado para la anterior batalla, nunca para la próxima.

Muchas gracias papá. Adiós mamá. Y para todos los niños: ¡Felicidades!