2005/12/12

Devenir

Devenir. Es largo, disculpen. xD

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Nuestra historia podría comenzar una mañana, muchas historias comienzan una mañana. Un personaje sensible y taciturno se despertaría, pero despaciosamente, pues esa es la imagen que tenemos asociada a las maneras de los melancólicos y así nos hemos acostumbrado a tratarlos. Indudablemente estaríamos viendo manchas de humedad y montones y montones de objetos ocres y de azul marino.

La cama del melancólico estaría siendo una cama de dos plazas, aunque la segunda plaza seria posiblemente, mucho menos frecuentada de cuanto podrían sugerir los manuscritos en el infaltable escritorio de madera carcomida por termitas y sometido a cualquiera de los otros maltratos que el tiempo tiene reservados para los muebles, en este caso de madera.

A lo largo de la historia el poeta podrá celebrar encuentros con diversos personajes más o menos ordinarios, y se planteara las cuestiones más complejas sobre la vida humana, sobre el devenir, sobre las damas.

Cuantas preguntas se haría nuestro personaje, cuantas reflexiones se esconderían detrás de los pensamientos y los diálogos del loco poeta deteriorado por todas esas circunstancias que deterioran a un poeta, como las malditas colas de supermercado cuando se acercan las fiestas, y esas obesas señoras con uno o dos carros llenos y llenos de las ínfimas porquerías que se consumen en esas fechas. O como viajar en el subterráneo o en colectivo en las primeras horas de la mañana, y estar cayéndose de sueño pero que no halla un condenado asiento libre o un lugar para sentarse en el suelo, y a esa hora despreciar profundamente a la humanidad.

Supongo que desde el principio habrán notado que esta historia no tendrá nada que ver con un poeta melancólico, ni con muebles descuidados, ni con aforismos de dudoso sentido. Nuestra historia es una historia sobre saltos, corbatas y objetos de comportamiento inexplicable.

Situémonos en una plaza cualquiera, ya no durante una mañana sino en el momento exacto de las dos de la tarde. A las dos de la tarde de nuestro reloj, en la plaza casi todos piensan en algo.

Puedo describir a los típicos personajes de las plazas, pero a esos usted ya los conoce, así que figúreselos exactamente como pueda recordarlos. Gente en una plaza a las dos de la tarde, casi siempre hay, y mas si es sábado.

Bueno, remitiéndonos al punto de una vez: a unos treinta centímetros del suelo se encuentra Jengibre. Aprovechemos a observarlo ahora, que esta en el aire y son las dos de la tarde.

Jengibre tiene el mismo aspecto que un tucán. Es decir, no es que sus rasgos se asemejen a los del tucán, Jengibre es completamente un humano y su aspecto también lo es; Jengibre es, en suma, el humano que hubiese sido un tucán si se le concediera transformarse en hombre.

Por supuesto que lleva una galera alta y una camisa azul con finísimas líneas blancas reptando por ella en forma vertical. Y también lleva unos pantalones de los llamados "de vestir" atados con una larga corbata roja, como la que lleva puesta ahora mismo, y unos mocasines de color marrón mocasín.

La razón por la que Jengibre, a las dos en punto de la tarde, se encuentra a unos treinta centímetros del suelo no la conoceremos hasta que el tenga sus dos pies en tierra y pueda explicarse. Eso es, precisamente, lo que esperan muchos de los presentes ahora mismo. Es que hace unos minutos Jengibre gritaba y se retorcía en el suelo como si estuviera a punto de morirse de dolor o de angustia, y lo hizo durante un periodo relativamente prolongado, causando que muchos de los presentes se acercaran a asistirlo o simplemente a observar la escena con curiosidad.

Serian ya unos ocho los que estaban observándolo u ofreciéndole su ayuda cuando el espectáculo ceso, y poniéndose de pie, el hombrecito dio un salto descomunal. Justamente fue hacia el final de este salto, cuando nuestro reloj dio las dos de la tarde, de modo que Jengibre esta casi a punto de tocar el suelo.

Muchas otras cosas están aconteciendo a las dos de la tarde, pero ya he hablado suficiente sobre aquella que nos importa en este horario, así que ya podemos mirar un poco mas adelante en los sucesos del misterioso devenir, que en esta historia, repito, no será tratado especialmente. Los pies de Jengibre ya están firmes en el suelo.

-Buenas tardes, damas y caballeros, me retiro ahora a disponer del tiempo que me han concedido.- Eso fue todo lo que dijo Jengibre y el sentido de su comportamiento fue una ausencia que afecto como un golpe muy contundente a los atentos presentes. Resta decir que de inmediato se dispuso a la huida, puesto que unos instantes después de dicha esta frase, un sujeto excesivamente enérgico se arrojo sobre el como si el inocente hombrecito hubiese insultado a alguno de sus familiares directos. Naturalmente, para el violento hombre la carrera resulto inútil, Jengibre siempre escaparía, pues tenia la ventaja de contar con el tiempo robado de ocho personas, mientras que el persecutor había perdido una pequeña parte del suyo.

Esta claro que explicaciones no se dieron, y en eso consistía el truco de Jengibre que le había ganado a la humanidad el tiempo equivalente a una larga y aburrida excusa pública. Todo esto había quedado registrado en el reloj de arena que llevaba amarrado a su muñeca. Por supuesto, el reloj no hubiese servido de nada atado a la muñeca de alguien si fuese un reloj ordinario; pero esta de más decir que el reloj que llevaba nuestro personaje no era un reloj ordinario: Ese reloj no tenía arena.

Jengibre se desplazaba velozmente pero sin correr, y si se lo miraba con atención se podía descubrir otra vez ese extraño fenómeno que siempre rondaba a este sujeto, porque aunque caminaba a la manera ordinaria, alzando un pie, adelantándolo y dejándolo caer haciendo con este en el mismo movimiento la acción de una palanca que impulsa al resto del cuerpo hacia adelante para luego repetir el proceso con el otro pie; el que lo viera con detenimiento diría que en realidad Jengibre se deslizaba sobre la vereda aunque haciéndolo con tal disimulo que en todo sentido parecía el paso común de una persona.

Así andaba Jengibre, y así anduvo una calle y la siguiente, y durante unas cuantas cuadras, hasta que finalmente en una esquina cualquiera, una esquina que ofrecía un escape de la dirección pulsada por la inercia, un portal donde se ofrecen de buen grado ya no uno solo como a mitad de cuadra, sino tres rumbos, tres caminos distintos y con esto la posibilidad de torcer completamente el destino, en una esquina como esa Jengibre pensó que ya era suficiente y doblo, dejando atrás el mundo de las dos de la tarde.

A esta nueva hora Jengibre quiso cantar y canto, canto para los que querían oírlo y para los que no, y ante todo canto para si mismo. Así era Jengibre todo el día, cantaba y pintaba, o inventaba versos y se los recitaba a todo, a las damas, a los árboles, a las lámparas. Para cada objeto sobre el que el individuo pudiese fijar su atención, había versos y paisajes de fantasía que brotaban de su alma. Pero cuando detectaba a un burgués excéntrico de costumbres aburridas, o a un fingido amante de la música; nuestro hombrecito lo atormentaba con largas poesías de rima impecable pero sin ninguna belleza; o les hablaba de su más reciente compendio de disparates sobre la vida y la muerte, sobre el destino y la moral del hombre.

Jengibre obraba de esa manera porque a todos esos individuos podía robarles su precioso tiempo sin dificultad y así ser rico en ocio y en momentos para la alegría y el delirio.

Había descubierto que podía prescindir de todo en el mundo, de todo menos de la belleza. Comida y techo jamás le faltarían y en última instancia el hambre ni el frío lo atormentaban. Lo que no podía tolerar Jengibre era verse privado de los jeroglíficos, de los pensamientos incoherentes, de la adoración a lo insignificante, de los sabores y de los sueños dulces o terribles. Así es que utilizaba todo ese tiempo que robaba para componer versos que surgían en cuanto los buscaba, inagotablemente, o en silbar melodías improvisadas. Cantaba canciones enteras compuestas solo de sustantivos, y fabricaba un mundo cada vez que tenía que narrar una historia. A los árboles y a las aves les gustaban mucho sus composiciones.

Y acariciando su reloj de arena, imaginaba lo que pudo haberse hecho con el tiempo que el gastaba ahora, continuamente. Sin duda se habría ido entre oficinas y colas de bancos, entre cálculos y esperas de consultorio. Entonces Jengibre sentía que el hacia una obra de bien, y en esas ocasiones buscaba a las señoritas y les recitaba versos inocentes sobre las cosas del mundo. Claro esta que a Jengibre también le gustaban mucho las mujeres, y gran parte del tiempo ganado lo empleaba en complacerlas, pues pocas actividades son tan artísticas y tan bellas como agradar a una dama, decía el.

También lo alegraba pararse en medio de un puente, y cuando un automóvil se detenía, correr gritando, por ejemplo "Gran revolución agraria", para arrojarse de inmediato al río ante el desconcierto del ofendido conductor.

Todo esto lo hacia Jengibre con inocencia jovial, con la voluntad de la verdadera vocación, y es a esto a lo que Jengibre había dedicado su vida.

Pero ha llegado el punto de la historia en el que usted debería preguntarse cuando empezaran a distinguirse los sucesos que marcaran el desenlace, y mucho me temo que tendré que defraudarlo, pues no habrá tal desenlace y ha sido usted victima de una estafa. Su tiempo ahora es mío, le ruego disculpe las molestias.

7 comments:

Anónimo dijo...

Me gusto muchio ese cuento, y siempre creo qeu los personajes son un poco, o mas bien bastante, de vos, me gusta qeu publiques n.n y gracias por postearme en mi blog, esa canshion me levanto el animo n.n
mas te mamo n.n

Cherry dijo...

q lindo!
ojala yo pudiera escribir algo asi para mis concursos de relato, sin meabrgo escribire criticas escondidas, absurdas bobaliconadas, metequeces no mas, pero bueno, le felicito! no me improto gastar mi tiempo leyendolo, es más incluso se me enfrió la comida n___n
le dejo un beso!

Sid dijo...
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
Sid dijo...
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Sid dijo...

>.<
enrra, si seguis operando fuera del gremio me voy a ver oligado a multarte...fisicamente
ademas es la SEGUNDA MALDITA VEZ QUE CAIGOOOOOO!!!!

Rumpelstiltskin dijo...

Bueno, al menos robo mi tiempo de un modo agradable.

Rumpelstiltskin dijo...

Lo que es aún peor, con esto puede robarme mi tiempo tantas veces como guste >.<