Sombrero grande de esos que usan los hombres misteriosos, sobretodo negro o marron, anteojos con marco de algun color distinto, zapatos verdes, guantes de lana azules, bufanda a cuadros; un personaje bien misterioso se pasea por las calles empedradas que algunas veces estan humedas por la lluvia, pero hoy no. La cabellera de un rubio tan claro como podria haber sido la porcelana si fuese dorada, se extiende jovial sobre su espalda como haciendo burla de los aires serios que lleva este personaje, siempre mirando hacia abajo con sus ojos verdes clavados en el vacio. Ya a primera vista se nota que algo anda buscando, y todavia ni es mediodia; el acaba de comprobarlo al mirar como un reflejo o una imagen a su reloj de bolsillo, de esos que ya nadie usa y que tienen una foto en la tapa por adentro. El nombre de nuestro personaje es Dionisio, y aunque se esfuerza en ocultarlo ya algunos hemos notado que es un elfo y que anda perdido por una ciudad de calles empedradas.
Aunque ve de maravilla, Dionisio usa anteojos porque disfruta cuando se los saca, siente que puede enmarcar y liberar a su mirada cada vez que se le ocurra, le gusta ese juego de los anteojos; los que hallan observado a Dionisio un buen rato sabran que ese tipo de motivos rigen en todo lo que el hace; la ciudad de las calles empedradas es un lugar bien extraño para un elfo como el.
Y aunque aun no comprende bien el tiempo, se acostumbro a mirar su reloj porque los hombres importantes lo hacen y porque ya aprendio a esperar con ansias al mediodia, y tambien ha memorizado otros momentos que le gustan, por ejemplo las cuatro de la tarde.
Avanza distinguido con la indiferencia mas absrudamente fingida, mirando de reojo a las jovenes en las escuelas y a los chocolates, nadie dira que Dionisio es un excentrico, pero tiene el corazon puro como los niños y por eso los niños lo estiman y las niñas lo aman en secreto, mas alla del tiempo, entre el mediodia y el atardecer, como un turista que visita cada dia las cuatro de la tarde, asi anda Dinisio sin rumbro, amando a las jovenes, dejandose invitar a u trago o a un chocolate, indiferente a los improperios que nunca faltan, escribiendo poesias sobre la belleza en una servilleta para despues convertirla en un aeroplano y verla desaparecer en el aire.
Nunca han conseguido robarle su capacidad de sorpresa, y como hambre no pasa, es un vagabundo sin siquiera saberlo.
Feliz Dionisio junto al sol del mediodia y junto a las estrellas, sigue buscando algo con sus ojos infinitos; algo que lo ponga a girar descontroladamente, que le vuele el sombrero, algo que lo haga reir y llorar, que le permita tirarse al suelo durante horas. Y aunque ignora de que se trata no pierde la calma; un paso y otro ritmico, el sol desribe un arco en el cielo, se saca y se pone los anteojos, mira su reloj, saluda a las damas, observa el ocaso sentado en el suelo, le cuenta sus sueños a la luna, visita a sus amigas a la madrugada y a la siesta; feliz Dionisio, un elfo que se cree hombre, un niño que se cree adulto, con ojos infinitos y un corazon tan puro que nunca le faltara una alcoba a la que acudir y jamaz tendra que extrañar los chocolates y el buen vino. Esa es su busqueda y la transita contento, los elfos no tienen tiempo entre el mediodia y el atardecer, y solo andan de paseo por las cuatro de la tarde.
2005/09/22
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4 comments:
Bueno... sin contar el spam, soy la primera persona que le firma hoy :).
Muy lindo el cuento. Con sabor a magia, y a ensueño.
Ya le di mi opinión concreta a usted por otro medio.
Suerte Enrra, siga deliando en la irrealidad.
me ganaron de mano! ufaaaaaaaaaa!
jeje fuck u man!
comentarios in sentido, marca regitrada
Suerte enrra a a ver cuando venis, gil!
que linda es la magia...............
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