2006/08/01

Laberinto

Desde que eramos muy chicos, en el jardin de infantes y en la escuela primaria, hubo algo que no terminaba de cerrar. No entendiamos para que estabamos ahi, y era profundamente agobiante estar ahi sin un motivo.
Todo se nos hacia redundante, nada aparentaba tener sentido. Empezamos a cansarnos.
Empezamos a conocer a los otros, esos seres que se parecian a nosotros pero que pensaban de esa otra manera. Pronto descubrimos que eran insoportablemente burdos, simples, tontos, con sus juegos de pelotas y elasticos.
Algunos, como yo, tuvimos la suerte de encontrar a uno que nos acompañara en el excilio: Estabamos proscritos.
En aquel primer tiempo los adultos pensaron que algo malo nos pasaba, creyeron que eramos timidos o introvertidos.
Me acuerdo que yo aprendi a querer parecerme a los otros chicos, ser como ellos. Entenderlos, que me entiendan. Nunca lo consegui.
Los años se sucedieron brutalmente, segun su costumbre, y de pronto empezamos a sentir que necesitabamos a los otros. Nuestro espiritu y nuestra carne vibraba por ellos, necesitabamos que alguno nos rescate, nos alivie de nuestra condena.
Asi, uno a uno, los hombres sensibles caimos presa de la melancolia, y nunca conseguimos escapar de ella. El sufrir y el añorar se convirtieron en paradigmas inamovibles en nuestra vida.
Entonces descubrimos algo maravilloso: Que podiamos crear.
De algun modo el frenesi de emociones que se debatian en nuestra alma nos desbordaba, escapaba de nosotros en una senzacion gloriosa de lo trascendente. Pensamos que quizas de ese modo encontrariamos al redentor, creimos que el crear podria ser, de algun modo, nuestra salida. En cada verso, en cada sentencia gritamos "auxilio", como un niño que acaba de salir del utero que y que llora, porque es lo unico que sabe hacer, y lo hace como diciendo "No ven que soy un niño que acaba de salir del utero?".
Sin remedio nos volvimos poetas, o musicos, o pintores, o payasos, o filosofos.
Nos hablaron de Dios y preguntamos "¿por que?".
Nadie nos supo responder, y los despreciamos, a ellos y a sus insensatos Dioses de metal fundido.
En alguna ocasion visitamos esos lugares en los que la gente va a emborracharse y a embadurnarse de otra gente. No entendimos la gracia del juego. Nos hartaron de modelos a seguir, nos empalagaron de sexo. No conseguimos frecuentar con comodidad los lugares que los otros frecuentaban, y de este modo nuestra vida se desarrollo, mayormente, en paralelo con las del resto de nuestra generacion. Pocos fueron los que se hicieron dignos de nuestra atencion, con los que las palabras cobraban significacion y el tiempo no se hacia viscoso y pesado.
Descubrimos la gloria en una buena discusion, en el enamorarse de una mujer desconocida, en el reirse con jubilo de una incongruencia.
Aprendimos a despreciar todos los contenidos "populares" y a valorar en cambio los que son "de culto". En alguna ocasion incluso sentimos que nos reconciliabamos con el mundo.
Y entonces empezamos a oir las voces.
Yo creo que no necesito explicar que son las voces. Nos hablan sin palabras, dentro del alma, son contenidos que no aprendimos sino que simplemente "estan ahi". A travez de las voces descubrimos a la divinidad que antes habiamos impugnado. Empezamos a desconfiar de las palabras.
Se presento entonces uno que comprendia. Uno que podia leer nuestra mente, uno que sabia descifrarnos. Con fascinacion encontramos que ese uno tambien nos era descifrable, que habia algo en el que nos era accesible, que ese uno no era completamente un "otro".
Se trata de una dulce agonía, porque es la pasion que se experimenta frente a uno que se nos hace accesible pero que no cesa de escapar, como un abismo que se hace mas angosto y mas ancho al mismo tiempo.
Pero hemos descubierto a un hermano, y vamos a descubrir a otro, y a otro mas, y pronto ese mundo que se reducia a uno solo, se extiende a "unos pocos", lo cual es una enormidad en comparacion.
Tenemos una dignidad de martires, de santos. Vamos a obtenerlo todo y lo sabemos, y aunque murieramos ahora mismo, esa dignidad que llevamos ya es, de algun modo, tenerlo todo. No vamos a detenernos hasta convertirnos en Heroes o en Dioses, y aunque algunos aprendimos a ocultarlo para pasar por humildes, ninguno de nosotros lo ignora en el fondo.
No deseamos, en realidad, el reconocimiento de los otros, porque los otros no nos interesan mayormente. Pero existe una voluntad en nuestra alma que arde intensamente y que deseamos consumar. Mientras permanezca encendida no podremos detenernos, es lo que nos condena a existir, es lo que nos obliga a continuar siendo.
Asi somos los que andamos perdidos en un laberinto donde cada esquina puede ser la ultima pero ninguna lo es. En un mundo de lo completamente ajeno, de lo completamente otro. Los alienados, los exciliados.
Me gusta, no obstante, creer que no estamos solos.

3 comments:

Wekil dijo...

excelente texto me gusta la manera en que lo relatas, no se porque la mayoria de la gente busca lo complejo y cuando uno llega a tal punto busca lo simple y quiero simplemente ser es raro

chica mandarina (con interior azul) dijo...

Vale más la pena decir que mi sonrisa se inmutó como hace tiempo no lo hacía al leer. Cuando la emoción desborda el alma, no sólo es verdadera, sino que es más que tuya... Te la dedico.

Tú sabes que yo no creo en eso de los indigos, no porque no crea que existan, sino porque los veo de otro modo (¿ya lo sabes, no? Como todo). Algunos nacieron con alma color artista... Nacieron con el alma, más bien, color poesía... ¿te imaginas eso? Sí, son de esos torbellinos de palabras insustanciales que nos atoran y nos ahogan en la expresión.
Yo sé que tú sientes esto, te creo. Porque una vez alguien me dijo que invariablemente los artistas nacían con un ego más que elevado, con la auténtica formula de ego que les permite volar y saltar a otros mundos, pero un ego blanco y desprovisto de falsedades que aunque pareciendo individualistas, a los ojos de los demás, no son más que martires por una causa perdida en un mundo donde se nos escapa la voluntad de crear y nos quedamos en esa teoría que por sí misma es más absurda que un imposible convertido en incontables heridas mortales.

Yo me enamoré de un chico desconocido, ¿tengo crédito por eso?

Lu Culo dijo...

creo que ya estoy empezando a entender las cosas que me dijiste estos dias.



este post me identifica mucho. estoy completamente sin palabras.