Si no me equivoco (y creo no equivocarme), cuando yo era niño no había teléfonos celulares.
Bueno es posible que halla habido alguno en los Estados Unidos o en el Japón, pero decididamente no en mi casa ni en mi ciudad. Y lo más curioso es que las personas, ignorantes de su desgracia, no se lamentaban en absoluto por la falta de este apéndice. Me atrevo a decir que mayormente vivían igual que ahora, o un poco mejor porque en esa época el uno a uno y todos éramos ricos.
Y escuché que antes de eso, en períodos oscuros de guerras y tiranos, no había tampoco horno de microondas. Los desgraciados heroes de antaño no tenían forma de calentar sus alimentos refrigerados, sin embargo, la raza humana sobrevivió a tan precaria condición.
Y se dice que, en los albores de la humanidad, mucho ántes de que todos fuéramos iguales, no había tampoco heladera o refrigerador. Estoicamente las pérsonas enfrentaron la caducidad de los alimentos con resignación y espíritu guerrero, sin caer presas del pánico y sin lamentarse por la carencia de este objeto de primera necesidad.
Y esto no es todo. Cuentan que en tiempos primigeneos, cuando el Hombre convivía y se enfrentaba diariamente con el Dinosaurio en una lucha encarnizada por la supremacía y el gobierno del mundo, no había ni casa ni automóvil. Not even colectivo o micro de larga distancia.
Y expuestos a tan extremas condiciones, dando muestra de la proverbial capacidad humana de adaptación al medio, los hombres consiguieron sobrevivir contra toda provabilidad y se reprodujeron hasta que la tierra quedó llena a presión de estas criaturas.
Conclusión: Me parece que con el tiempo nos hemos ido volviendo cada vez más
pelotudos.